Magritte y escritura con figuras retóricas

“Relatos con aplicación de figuras retóricas inspirándose en Magritte”
Experiencia en Lengua y Literatura – Tercer año de secundaria

Magritte y escritura con figuras retóricas

(Profesoras responsables: Ana Minniti y Gabriela Gentiletti)

La transducción –como operatoria propia del pensamiento estético- trabaja en la búsqueda de afinidades secretas dentro de la red de seres en relación de analogía. Esta fue una de las tareas principales que asumieron los surrealistas; entre ellos y, de un modo muy singular, Magritte. Éste supo reconocer el sentido del misterio que habitualmente provoca la percepción fugaz de esas relaciones inauditas que, a él, se le presentaban con claridad como materia de su imaginación. Magritte creó imágenes capaces de “sobresaltar, confundir y maravillar”. Estas son expresiones del matemático Douglas Hofstadter (1982) quien se proponía impulsar, utilizando las imágenes de Magritte, a sus lectores hacia una nueva percepción que lograra superar las divisiones generadas por la ciencia convencional.

La imaginación se activa con obras de arte «sugestivas», capaces de exaltarla, de hacerla salir de sus propios límites.

Este proyecto propuso a los estudiantes de tercer año escribir breves relatos seleccionando una secuencia de obras de Magritte. Las mismas «sugestionaron» sus imaginaciones y los incentivaron a crear una trama narrativa. El requisito era, además, que emplearan las figuras retóricas estudiadas en la clase de Literatura.

 

La interacción con las obras de Magritte movilizó inmediatamente el asombro de los estudiantes. El recurso habitual que este pintor hace de la paradoja, del oxímoron, de la antítesis; las mezclas que todo el tiempo realiza entre lo natural y lo sobrenatural, el realismo contrastando con los productos de la imaginación, movilizó la actividad narrativa de los alumnos, que se dispuso a tramar otros órdenes que reunieron –gracias al empleo de los recursos retóricos- lo posible con lo imposible.

Fase de presentación:

 Como en todas las experiencias que hemos realizado, organizamos el material para mostrar, de manera contextualizada, la obra de nuestro pintor “invitado”. Seleccionamos muy cuidadosamente las obras que íbamos a enseñarles, porque esas mismas imágenes constituirían los posibles eslabones sobre los que los estudiantes construirían sus relatos. Tomamos 28 obras de Magritte, con todas sus referencias, para elaborar nuestra “muestra”.

La exposición tuvo una breve introducción refiriendo notas biográficas del pintor, alusiones a su adscripción al movimiento surrealista y a las características singulares de su trabajo.

Por ejemplo, hablamos sobre algunas ideas que la característica de la obra de Magritte (1898-1967) puede hacernos pensar. Las combinatorias que establece en sus pinturas, provoca una incómoda sensación de extrañeza que provoca que nuestro juicio sobre lo que es real o aparente, oscile, poniendo en duda muchas de nuestras certezas. René Magritte consideraba que el arte era primero que nada una de las manifestaciones del pensamiento; la pintura constituía la herramienta mediadora para crear las imágenes enigmáticas que sean capaces de conmocionar todas las formas de “conformismo” intelectual.

Analizamos conjuntamente el efecto que produce la “paradoja” como recurso retórico, sobre todo el “efecto intelectual”. Frente a una paradoja, las coordenadas usuales no funcionan para guiar al pensamiento; por lo mismo comienza un juego de inferencias que mezcla las categorías disponibles para armar nuevos escenarios. El proceso mental que activa una paradoja trabaja por tanteos, abre múltiples explicaciones, diferentes posibilidades. Es decir, abre la imaginación, impulsa la creatividad de la mente.

Luego de esta introducción, dejamos libertad a la observación y apreciación de cada obra. Tenían que ir experimentando qué les sugería cada imagen, qué les hacía sentir, qué idea les inspiraba.

La escritura del relato sería de a pares de compañeros, así que esta primera vista de las obras volvería a ser realizada en forma conjunta para la selección definitiva.

Fase de modelado

Esta vez la profesora de literatura, Ana Minniti, realizó ella misma un ejercicio con una obra de otro pintor, para ejemplificar cómo era la tarea que se les estaba solicitando.

Como ya habían estudiado las figuras retóricas, ahora se trataba de aplicarlas dentro de la escritura. La profesora tomó la obra de Rembrandt “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” (1632) y escribió su texto, inspirándose en la imagen y utilizando las figuras que creyó convenientes. Así fue aplicando: oxímoron, asonancia, aliteración, comparación, hipérbaton, antítesis, sinécdoque, enumeración, imagen visual sensorial y paralelismo sintáctico.

Fase de “taller de escritura”

 Se destinaron dos clases para la composición de imágenes y textos con uso de figuras retóricas.

Cada par de estudiantes disponía de una netbook, en donde estaba grabada la presentación con las obras de Magritte. En la misma máquina, tuvieron que hacer su propia presentación, integrando pinturas con relato.

Cada grupo debió seleccionar al menos cinco cuadros de Magritte para elaborar el escrito e ir armando una narrativa breve.

Las profesoras íbamos pasando por los grupos que trabajaban entusiasmados. La mayor dificultad fue la extensión de las historias. Habíamos hablado (y mostrado en el ejemplo de la profesora) sobre la brevedad, lo conciso que debía ser el relato; pero las tramas se extendían demasiado. Hubo que ayudarlos a que analizaran qué era lo imprescindible para que el sentido se entendiera y qué no hacía verdadera falta para elaborar un texto literario.

La profesora de literatura iba constatando el uso apropiado de las distintas figuras retóricas, también si las podían reconocer correctamente. En este sentido, la misma actividad estaba funcionando como aprendizaje y también como evaluación. Pero esta era una evaluación que ni bien se hacía, se mejoraba a sí misma, convirtiéndose en un nuevo aprendizaje.   

Durante estas dos sesiones de escritura, que se extendió a una más de revisión final y puesta a prueba del texto, la actividad fue intensa y entusiasta. Todo el tiempo, como docentes, recibíamos llamadas para que nos acercáramos a ver sus progresos o para destrabar algún momento del escrito.

Cuando, al fin terminamos de hacer los últimos arreglos, se veía a cada grupo complacido con sus logros –aunque algunos no pudieron solucionar del todo lo extenso de sus relatos, igualmente estaban contentos…

Exposición y co-evaluación

Como enseñantes evaluamos sobre todo el proceso y, dentro del mismo, cada una de las actividades que van realizando, la manera en que interaccionan grupalmente, la atención que prestan a los señalamientos que le hacemos, la posibilidad de ir autosuperándose paso a paso.

En este tipo de tareas creativas, el mejor modo de evaluación, proviene casi siempre de la co-evaluación que pueden hacer sus propios compañeros. Esta co-evaluación debe estar, por supuesto, mediada por criterios. Pero, en definitiva, son los pares quienes funcionan como “público” y son ellos los que pueden expresar lo que les causa cada relato, el nivel en que se les hace comprensible, el uso que realiza cada grupo de las herramientas retóricas. Al escucharse y ver las producciones que alcanzaron dentro del proceso, pueden mirarse también a sí mismos. Pero, en general, la instancia de presentación de las producciones es, a la vez, un momento de disfrute y de profundo análisis compartido.

Es en esta oportunidad, donde los grupos que no lograron la suficiente concisión en sus relatos, pueden constatar por sí mismos, cómo la atención de sus compañeros declina. O cómo “se pierden” dentro de las secuencias prescindibles.

La evaluación mutua la organizamos, esta vez, de forma oral e inmediata a terminada la presentación. Cada grupo después de unos minutos debía ofrecer un comentario o realizar alguna pregunta al par expositor. No se trataba, por lo tanto, de “poner una nota” a los compañeros, sino de brindar una apreciación o una duda que nos permitiera a todos analizar la calidad de lo producido.

Imágenes experiencia Magritte

Presentamos los dos trabajos mejores evaluados por sus compañeros:

“Cinco” de Irene y Emilia

“Trágico” de Celeste y Camila