La infancia y la cultura popular en la Edad Media – Pieter Brueghel
Experiencia realizada en Historia – Segundo año de secundaria
(Profesores responsables: César Luján, Laura Greco, Marcelo Gonnella y Gabriela Gentiletti)
En el presente proyecto se presenta el arte de Brueghel, para dar imágenes que aporten a los conceptos de la historia, su densidad vivencial, sensorial y afectiva. La historia de la Edad Media, enseñada a adolescentes de aproximadamente 14 y 15 años, puede volverse más comprensible y memorable, si luego de realizado el proceso de dominio de los principales núcleos conceptuales sobre el mundo medieval, se intensifica el foco sobre las formas de vida de la cultura popular y –dentro de ella- las situaciones de los niños y jóvenes de aquellas épocas. Las grandes diferencias que muestran historiadores como Philippe Ariès y Lloyd de Mause, entre las infancias medievales y las actuales, son capaces de despertar el asombro y promover un sentimiento empático en los estudiantes, que pueden trazar mentalmente las distancias o proximidades, comparando las condiciones del pasado con las circunstancias socio-históricas propias.
Para el desarrollo de este tema, la presentación, observación y el análisis de algunas de las pinturas de Pieter Brueghel (1525? -1569) constituyen un material casi documental sobre las principales costumbres de la cultura popular medieval.
Brueghel permite establecer con sus pinturas una conexión entre temporalidades, que de otra forma sólo podrían ser representadas en el registro de categorías teóricas muy abstractas. Su obra, introduce en cambio, elementos visuales-directos, que llaman la atención del espectador, haciendo que la mirada se encuentre con hombres y mujeres, aldeanos, labriegos, niños y jóvenes. Todos ellos expresan una gran diversidad de emociones, de vivencias, de actitudes, que aportan detalles concretos de la vida cotidiana, permitiendo a la imaginación situarse en los escenarios medievales.
En este tipo de proyectos, que busca una aproximación empática a otras realidades sociales del pasado, se puede integrar contenidos de diferentes disciplinas; por ejemplo: historia, plástica, lengua, educación física. Todos los contenidos y actividades compartidos fueron –en nuestro caso- organizados con miras a una tarea final: la construcción de una historia de vida que recree las circunstancias de una infancia de la Edad Media.
Presentación integrada de los conceptos de la Historia con las obras de Brueghel
Para cumplir con el propósito de construir un relato biográfico, fue preciso suministrar a la imaginación, referencias sustanciosas sobre las condiciones socio-culturales de las infancias medievales. Las mismas debieron ser organizadas en una secuencia en las que queden integrados los datos históricos con las representaciones del arte, para que se enriquezcan mutuamente.
Se consideró conveniente estructurar la presentación de los contenidos de acuerdo a los distintos planos que participan dentro de los condicionamientos de una vida individual. Así, se desagregaron: contextos familiares, trabajo, diversiones, acontecimientos históricos.
Un primer eje conceptual se estructuró en torno a la propia de noción de infancia, familia y el trabajo compartido por adultos y niños. En este sentido, fue preciso advertir que –según el historiador Philippe Ariès (1960)- en la Edad Media no existía entre los adultos un sentimiento especial sobre la infancia. Esto, en parte, se debía a que los hijos eran muchos, pero gran proporción de ellos morían durante los primeros años de vida; ésta puede haber sido una de las causas principales, por las que no se desarrolló hacia los niños un sentimiento de empatía o apego. Además, cuando el niño ya no necesitaba cuidados especiales, se incorporaba en las actividades del mundo adulto; participando tanto de los trabajos como de las diversiones. Los niños acompañaban a sus padres en las tareas cotidianas del campo o del taller y las niñas a sus madres en los quehaceres del hogar. Era también muy frecuente que salieran de sus hogares para ir a vivir con otras familias; en este caso, el fin principal era ser aprendices junto a otros artesanos o criados dentro de familias más acomodadas.
Para poder elaborar una historia de vida que lleve todas las marcas de la oralidad, propias de la narración en primera persona, se les brindó una clase especial dentro de Lengua, para que tuvieran en cuenta las condiciones estructurales de la historia oral.
Además, para la construcción de un relato verosímil, cada alumno debió contar con datos concretos y detalles de la vida cotidiana. En este sentido, extractos del texto de Robert Fossier: “Gente de la Edad Media”, les mostró con precisión cómo los niños aprendían sobre todo “mirando” e “imitando” a los adultos. Desde la más tierna infancia, había que aprender a llevar una junta de bueyes, manejar una hoz o hilar con una rueca. Más adelante se aprendía a avivar el fuego, hilar la lana, forjar el hierro; por último a navegar, a viajar, a vender bajo la mirada atenta de una madre, de un padre o de un “maestro”.
En la obra de Brueghel, pueden verse a los campesinos que realizan las cosechas, que guardan sus ganados, que almuerzan y duermen sus siestas en un alto del trabajo en el campo. El pintor realiza una periodización de los tiempos del año, según los ciclos del trabajo campesino. “La cosecha de heno”, “La siega”, “Vuelta del ganado” “Cazadores en la nieve” y “Día tormentoso”; todas estas obras, proporcionan elementos sensorio-perceptivos de paisajes y actividades, en los que se puede situar la cotidianeidad de las tareas, que los niños realizaban, colaborando con sus mayores.
Un segundo eje conceptual, abarcó la dimensión de las diversiones. Aquí, al igual que en la categoría del mundo laboral, se ubicó imaginariamente a los niños, compartiendo las diversiones de los adultos. Fossier cuenta que, en la Edad Media, tanto la alegría como las penas no se disimulaban ni se contenían. En la cultura popular las reacciones eran ruidosas y desordenadas, pues no estaban regladas como en el mundo de la corte. La alegría se exteriorizaba sobre todo a través de los excesos que permitían las festividades. Todas las conmemoraciones de la Iglesia se transformaban en ocasión de festejo: Navidades, Reyes Magos, Pascua, Pentecostés, la noche de San Juan. En todas ellas la comida es muy importante: el cerdo, las roscas, las tortas, los corderos. A veces los divertimentos eran competencias que se organizaban con las tareas propias del campo, como quemar rastrojos, matar insectos, juntar y encerrar los animales. Otras festividades populares, eran: “La fiesta de los locos” -que se celebraba el 1 de enero y en la que “todo estaba al revés”- y el “Carnaval”, que precedía a la Cuaresma, y constituía la liberación de todas las restricciones y prohibiciones que imponía la Iglesia. En todas las fiestas había música; esto se sabe, sobre todo por las pinturas de Brueghel, en la que aparecen campesinos de ambos sexos marcando el ritmo con sus zuecos y cambiando de posición los brazos y los cuerpos. Las obras de este pintor, que remiten a las bodas y los bailes campesinos, permiten situarse en el dinamismo de las celebraciones y las fiestas. Su registro posee una estructura narrativa que muestra una gran diversidad de situaciones; en ellas, la imaginación de los alumnos, puede situar anécdotas precisas que hubiesen marcado la memoria del protagonista.
La obra de Brueghel ha documentado la vida popular medieval de modo polifacético. Por lo mismo, para pensar la dimensión concreta de los juegos infantiles, se acudió a su prolífica imaginación que supo “montar” una escena imposible: la de más de un centenar de niños jugando en las calles de una aldea; como si hubiera existido ese privilegio y ese espacio para las infancias populares del medioevo. Los estudiosos de la obra de Brueghel han identificado 86 juegos representados sobre la tabla de 118 x 161 cm., que ocupa “Juegos de niños”. Este cuadro es el que más centralmente toca el tema abordado dentro del proyecto, ya que todos los protagonistas son niños; y aunque éstos puedan tener la apariencia de adultos, la condición central que Brueghel les ha adjudicado, es la del juego.
En torno a esta obra se añadió otra posibilidad de aprendizaje, que sumó la actividad física y vivencial de los juegos infantiles medievales.
Por último, un tercer eje conceptual, retomó algunos acontecimientos históricos que atravesaron las vidas individuales. En este plano, la vida medieval implicó pasajes de extrema dureza, tales como la Peste Negra y las hambrunas. Para trabajar este aspecto fue muy oportuno acudir a fuentes que ofrecieron una panorámica del padecimiento dentro de situaciones específicas. El texto antes citado de Duby, incluye por ejemplo, el relato de Michele de Piazza, sobre lo que aconteció en Sicilia durante la Peste del año 1347; o un texto de Raúl Glaber, sobre la hambruna del año 1033. También, en este sentido, el arte de Bruegel es capaz de enseñar las dimensiones simbólicas que alcanzaron estas desgracias medievales. Uno de sus más famosos cuadros: “El triunfo de la Muerte” muestra la cara oscura de esos tiempos, sobre todo con los estragos de la Peste Negra.
Esta es una obra que está llena de alegorías y simbolismos; por lo que la observación pudo ser orientada para que los estudiantes fueran descubriendo los simultáneos y trágicos destinos de todos los actores sociales de la Edad Media: ¿qué le está pasando al Rey? ¿Y al cardenal? ¿Qué hace el guerrero? ¿Y el trovador? ¿Dónde se ha metido el bufón?, son algunas preguntas que ayudaron a identificar a los distintos personajes incluidos en la obra. Asimismo, conjuntamente se habló sobre: ¿qué efectos (sensaciones, emociones, pensamientos) habrá querido provocar el pintor, con estas imágenes, en sus contemporáneos?
Proponerse incluir en el aula tareas que demanden la actividad imaginativa y creativa de los alumnos requiere de la selección de obras que la estimulen, ofreciéndole materiales de gran diversidad conductual, conceptual, perceptiva y narrativa.
La imaginación no puede nada por sí sola; es coral y polifónica. La imaginación sabe componer y entonar su propia melodía, organizando a su modo las antiguas canciones que otros le hayan transmitido.
En este caso, cada estudiante pudo recrear la historia de una infancia y una juventud que atraviesa vicisitudes singulares, en sintonía con las alegrías y penurias propias de una época. La imaginación teje los hilos que traman contextos familiares, trabajos, juegos, festividades, bodas, pestes, hambrunas; todo tratando de conservar el tono de voz de lo vivencial, de lo propio, de lo subjetivo.
La escritura de un relato integrador -tal como es la historia de vida- permite una evaluación profunda de los aprendizajes; en tanto cada quien se apropia, dentro de su narrativa, de los elementos que verdaderamente le han sido memorables y significativos.
Imágenes con ejemplos de historias de vida de estudiantes de segundo año